De
repente la encontró, así, dormida. Sumamente bella, pérdida en un viaje en las
tierras lejanas de Morfeo. Él era un asesino, un monstruo. Ella, una princesa
acostumbrada a ellos. Y así fue, como en una paradoja, Krueger conoció a Aurora
y decidió entrar en su sueño. Él no tenía la menor idea, de que todo era una
maldita trampa.
Pequeñas notas de un escritor pedante.
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